El martes 30 de mayo, las personas que trabajan en los centros de Aspanias realizamos concentraciones silenciosas al mediodía de esa jornada como expresión de repulsa contra la violencia machista origen del asesinato de Beatriz Ros.

Este acto de repulsa contra la violencia machista ha sido la respuesta del movimiento de la discapacidad intelectual en España Plena inclusión al asesinato de Beatriz Ros, trabajadora en la asociación Astrade, miembro de Plena inclusión Murcia. Una noticia que ha conmocionado a toda la sociedad, al igual que el asesinato de otras dos mujeres (también el pasado fin de semana), consecuencia de una violencia sobre la mujer que no cesa, y que mata.

La solidaridad y apoyo a los familiares y amigos de las víctimas de la violencia machista son necesarios en esos momentos de conmoción; clave es también que se sientan acompañados en el proceso de reconstrucción personal al que se enfrentan tras los brutales asesinatos de sus seres queridos.

La acción de solidaridad y apoyo manifestada este martes, debería incorporarse al ADN de la vida diaria de las organizaciones sea cual sea la geografía y circunstancia de la mujer muerta por violencia machista.

Somos un colectivo significativo en la marcha de la vida diaria, y más en la esfera local, donde las cosas, por su proximidad, son más visibles aún, y nos exigen compromiso claro, sincero y responsable.

El liderazgo de las organizaciones en las que trabajamos también debería aplicarse a la detección de casos, protección y defensa de las víctimas, aplicación de medidas, y en la repulsa frontal, pública y expresa ante los casos de violencia machista. Después de todo somos parte de la sociedad y no deberíamos excluirnos de ella.