La semana concluye con un aplauso para el compromiso de los gobernantes locales con la accesibilidad cognitiva. Ya saben, esa característica que tienen las cosas, los espacios o los textos que hace que los entiendan todas las personas. Una necesidad que se hace cada vez más exigente y que ha encontrado esta semana un hueco en la agenda de alcaldes y alcaldesas de Burgos, Villarcayo y Miranda de Ebro.

El primer escalón (o rampa) ya está subido. Ahora vamos a darle una vuelta de tuerca para ver cómo entre todos (representantes públicos, técnicos de las administraciones, instituciones públicas y privadas, organizaciones sociales y de otra naturaleza, sociedad y entidades en general) empezamos a subir los siguientes. La lista de implicados en hacer que las cosas, los espacios o los textos se entiendan mejor es muy larga. La lista de personas destinatarias de esta mejora también lo es. Según la Organización Mundial de la Salud, el 30% de la población mundial tiene dificultades para comprender algunos tipos de información. Mirándolo de otro modo: 3 de cada 10 personas pueden tener dificultades para comprender la información y los entornos comunitarios. Este colectivo no solo incluye a personas con discapacidad intelectual o del desarrollo; también abarca a personas mayores, extranjeras con escaso dominio del idioma, con bajo nivel cultural o niños.

Como recoge el documento reivindicativo que las personas con discapacidad intelectual leyeron a los alcaldes de Burgos y provincia, “las personas con discapacidad intelectual queremos comprender el mundo”.

La accesibilidad cognitiva no es un cuento ni una moda. Es una necesidad y un derecho contemplado en las leyes (accesibilidad universal). Poder comprender el mundo nos acerca a él en vez de aislarnos.