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Los veranos del lavadero

El lavadero de campaña, situado provisionalmente cada verano a orillas del Arlanzón, en el término burgalés de Ibeas de Juarros, es un lugar bien conocido por los chicos y chicas del centro de Educación y Formación Puentesaúco.

Cada verano ( y van, ¿diez?¿Once?) acuden allí a lavar los restos fósiles que los equipos de Atapuerca sacan de los yacimientos.

Es, diríamos usando una analogía un pelín traída por los pelos, su curso de verano. Breve, y de mucha ayuda para los investigadores que tratan de desentrañar los microfósiles que yacen enterrados en los yacimientos.

Todas manos son pocas para un trabajo tan minucioso y paciente. Y tan extenso en el tiempo. Porque, al igual que se vaticina sobre la suerte de hallar más fósiles humanos en Atapeurca, también en este caso hay microfósiles para rato. Es decir, que el verano próximo también habrá ocasión de acudir al lavadero.

Este año unos 40 chicos y chicas volverán a colaborar con los equipos de Atapuerca en el lavadero de campaña, el lugar puente entre desentrañar los restos de los sedimentos y triarlos después, antes de enviarlos al laboratorio de la Universidad de Zaragoza.

De las cuatro fases del proceso, contempladas en un sentido general, ya participan en dos de ellas.

Estos alumnos y alumnas que estudian en el Centro Puentesaúco de la Fundación Aspanias Burgos y que pasan unas horas del verano en el lavadero de campaña de los yacimientos son un magnífico modelo de inclusión científica.


Texto adaptado

Los chicos y chicas que estudian en el Centro Puentesaúco colaboran con la campaña de verano de los equipos de Atapuerca.
Los chicos de Puentesaúco les ayudan a lavar los fósiles que están envueltos en la tierra de los yacimientos.
Esta colaboración es muy importante para ellos porque les ayuda a sentirse incluidos y reconocidos por las personas que investigan en Atapuerca el origen del hombre.