Este reto que se nos presenta, a los equipos de profesionales, familias, personas con capacidades diversas y a la propia organización; supone un cambio o un giro hacia lo desconocido. Salir de nuestra zona de confort siempre nos produce una sensación de incertidumbre y cierto desasosiego. Acostumbrados como estamos a seguir estándares de intervención y atención basados en el modelo ocupacional, “estar ocupados”, hemos de asumir la necesidad de enriquecer dicho modelo y evolucionar hacia un cambio tranquilo, sosegado y sobre todo consensuado entre todos los agentes implicados en el mismo.

El dicho “caminante no hay camino se hace camino al andar” se ajusta a las mil maravillas al caso que nos ocupa. Para todas y cada una de las organizaciones (Proyecto de transformación de servicios, liderado por Plena Inclusión) con las que compartimos el inicio de este camino tendremos que aventurarnos en probaturas, ramales del camino que desandar hasta encontrar una identidad propia que sea capaz de cubrir las necesidades, inquietudes, deseos de las personas para con las que trabajamos.

A día de hoy y gracias al equipo de trabajo del centro, continuamos abriéndonos camino con la firme voluntad de alcanzar un modelo organizativo que permita dar cobertura a la propuesta que tenemos encima de la mesa. Comenzamos a recoger los primeros frutos de un trabajo arduo, a la par que ilusionante y que ha generado aspectos positivos, como: un vínculo más personal entre el equipo de profesionales y las personas con capacidades diversas, dar voz y voto a las mismas, espacios de reunión con las familias, dotar al centro de un espíritu más democrático y horizontal, abrir el mismo a la comunidad con el objeto de FACILITAR a las personas los medios para que puedan optar a los beneficios que proporcionan los diferentes servicios comunitarios.