Lo vemos, y lo leemos. En periódicos de tirada nacional se posicionan los saberes y poderes con postulados contrapuestos. Nos encontramos con los que desde un modelo médico- biologicista de la psiquiatría analizan el cerebro y sus disfunciones, hasta una antipsiquiatría que cuestiona casi todo lo hecho hasta ahora haciendo fuertes críticas al poder de la industria farmacéutica y su investigación interesada.

¿Y nosotros mientras tanto qué? Nosotros defendemos nuestro modelo en el que la plena inclusión es un horizonte. Esta visión de futuro, esta meta de inclusión social, es también compartida y deseada por las personas con enfermedad mental, por sus familias e incluso por las diferentes corrientes de profesionales que alimentan este debate.

Mientras tanto seguiremos pensando en cada persona con enfermedad mental y su proyecto de vida. Entendemos la medicación como un apoyo, pero sin eclipsar todo lo demás que podemos hacer con la persona y con su entorno en el más amplio sentido de la palabra, su contexto más próximo o familiar y el de la sociedad en que vivimos. Acompañamos el cambio y su proceso de recuperación individual, a la vez que nos sentimos profundamente comprometidos con la transformación social.

¿Es un tema sanitario, social o socio-sanitario? Pueden convivir y serán necesarias diferentes redes de apoyo. Hoy en día, en la medida en que la psiquiatría ha avanzando en un enfoque más social, nos ha encontrado a nosotros, organizaciones tradicionalmente englobadas en los servicios sociales pero que dan una respuesta más integral a la persona y buscan oportunidades para sus necesidades de formación, de vivienda, de empleo o de ocio. Es esto lo que hoy podemos ofrecer a otros colectivos que lo necesitan y es lo que hemos comenzado a hacer ya con nuestros socios de Intras, con los que trabajaremos para seguir generando nuevas oportunidades.

¿Dónde nos lleva este debate? A la reflexión y a la evolución en los modelos de intervención. Tanto en lo social como en lo sanitario se habla cada vez más de valores de los profesionales en su práctica y de los valores de cada persona con los que guía su vida hacia donde realmente quiere. Hablamos por lo tanto de respeto, de dignidad, del poder y de la participación en las decisiones que afectan a su vida.

Todos vamos hablando cada vez más de los derechos de las personas con enfermedad mental. Derecho a tratamientos de calidad, a la no exclusión, a la participación, a tomar decisiones, al buen trato… en definitiva a compartir un camino hacia la ciudadanía plena.